Camino errante,
mas no estoy perdido,
está mi hogar en ruinas
pero no así mi destino.
La historia me ha demostrado
que no hay muros suficientemente altos,
ni barreras imposibles de levantar,
ni verjas que duren mil años.
Pero no son los muros
los que se interponen en mi camino.
Es la falta de voluntad,
la inexistencia de empatía,
el vacío de sentimientos,
la indiferencia del poder.
He apartado el odio,
suficientes cargas he soportado,
es un arma que más daño hace
a quien decide portarla.
Mis manos ensangrentadas
se agarran a la verja,
la que me niega el camino
y mis sueños aleja.
Convertiré el frío en calor,
la sed en esperanza,
el hambre en determinación
y mi cansancio en fortaleza.
Mi única esperanza reside
en aquellos que me la niegan,
porque la historia será su juez
y mi sueño siempre será,
por encima de todo,
la libertad.