El muelle

Paz absoluta. Comía mi ración enlatada una noche más bajo la mirada de las estrellas en el pequeño muelle de madera. Hacía tiempo que la plaga había exiliado a todas las gentes de este pequeño pueblo costero. Todas las casas, ya fueran de los pescadores o de los más ricos, habían sido abandonadas hacía mucho tiempo y eso dejaba a mi disposición todos los víveres que podría necesitar durante meses. Llegué al punto de perder la cuenta de cuántas semanas habían transcurrido desde el inicio del exilio, aunque dejé de darle vueltas. El tiempo no tenía mucho sentido en una situación como la mía; no había reuniones que atender, facturas que pagar ni compromisos a los que acudir.

El muelle de madera no era solo un lugar acogedor para cenar y gozar de la paz absoluta, también era un punto estratégico desde donde podía observar la entrada y la salida del pueblo, que cruzaba la misma carretera de una punta a otra. Aquella noche observé a una persona entrando por la carretera a pie. Era la primera persona que veía entrar al pueblo desde que lo llamé mi hogar. Mi cuerpo sufrió un espasmo involuntario al querer levantarme del muelle y gritar, gritar para que aquella persona supiese que no estaba sola. Nadie podría verme desde el pueblo a esas horas de la noche a no ser que encendiese mi linterna para hacer señas, pero detuve mi movimiento al instante. La sombra de aquella persona estuvo indagando casa por casa buscando suministros. Solo esperaba que no se llevara los víveres más valiosos que tenía ocultos en la casa de la colina. Finalmente pude ver que caminaba hacia la salida del pueblo y mi mano volvió a realizar aquel movimiento automático para avisar al desconocido antes de que fuese tarde, pero hice que parara.

Cuando la sombra se fue, abrí una cerveza y la bebí contemplando el mar nocturno con la melodía del agua chocando contra la madera. Sin ruido de coches, sin gritos, sin la estridente televisión hablando a todas horas, sin la artificial vida ajetreada que habíamos creado. No, solo la naturaleza y yo. Había hecho bien.

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Publicado por Aitor Morgado

Autor de «Escudo de Tinta» y «Buscando a Atlas». Soy escritor desde hace muchos años y me apasionan las letras. También soy Técnico Superior en Comercio Internacional, Técnico Superior en Administración y Finanzas, traductor y especialista en SEO. Me interesan la literatura, la historia, la filosofía, la mitología, los idiomas, la economía digital, las finanzas, el fitness y el heavy metal.

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