El arma aún desprendía calor. Su mecanismo aún seguía latiendo. Los dedos del soldado de guantes negros la agarraban con fuerza, como si aún existiese algún peligro. Pero él sabía que no era así, había librado de alimañas aquel oscuro lugar y su sonrisa era testigo de ello. Convencido del éxito de su misión, aflojó la mano ySigue leyendo «Fuego de estrella»