Calles que se cruzan y revuelven,
ciudades que laten sin pausa,
organismos de cemento,
con criaturas sin rostro
reflejándose en escaparates
allá donde la vista alcanza.
Anuncios luminosos,
publicidad totalitaria
que compra el miedo,
importa felicidad,
adquiere el propósito,
define el futuro.
Eres un producto,
una etiqueta,
factura,
un número más
en un enorme cuaderno
que no tiene título.
Estás a la venta
y tú ni siquiera lo sabes.
¿Estamos???
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